Cuando fallece un familiar, un docente o un alumno, la comunidad educativa se muestra por lo general cercana al menor y sensible a su aflicción, especialmente en edades muy tempranas.
En muchas ocasiones los agentes implicados (maestros, familia, etc.) no actúan ante el duelo o no manifiestan su pesar por diversas razones, siendo las principales y más frecuentes tanto el miedo a no saber responder de forma adecuada a las preguntas del niño como la falta de formación en este campo.